28.2.07

Envuélvete en este sudor que ya no sé a quien pertenece.
Y sigue azotándote contra mis muslos, como si en ello se jugara nuestra vida.
Continúa clavando tus uñas que hierven de desesperación inconsciente en mi espalda,
apresura ese vaivén etéreo de cuerpo, ese río de fuegoplacer
Alócate, así, más... y más...

Y ya veremos quien alcanza primero esa blancadiáfana estrella.

27.2.07

Miles de impulsos bajo una tenue capa de fina y blanca piel.
Es algo que me llama, que me obliga;
eres tú, quien con esos ojos
haces temblar mis desesperadas manos.
¡Y qué ganas de cogerte frente al muro cuando insinúas,
con ese caminar aparentemente inocente!
Y cuando humedeces tus labios
se me incendia el cuerpo, los deseos, la vista y la razón;
y ya no sé siquiera qué día es
ni qué soy yo mismo,
ya no hay amigos, sí todos enemigos
y entre ambos: tu cuerpo; el deseo.
Y te descontrolas, tiemblas, sé que también sientes
ese calor íntimo;
me lo dice el susurro de tus caderas,
me lo dicen esos senos firmes,
me lo dice esa cintura, esa,
me lo dice ese silencio cómplice, mutuo, infantil
que esconde esta prohibida relación
que ambos sabemos no es un juego.

Ahora hay un sólo objetivo:
vaciarme de esta furiosa pasión,
raptarte y poseerte en un rincón;
desvanecerme en placer con los ojos bien apretados,
así, bien cerrados,
para sentir completamente
como te pierdes en mí.

9.2.07

El vértigo me consume.

Tengo un hambre de velocidad,
de esa que rasga la piel desde adentro;
necesito aquella aura de adrenalina
que me descontrola las torpes manos,
me siento adicto, mi alma, acaso,
a vivir ese segundo que se hace infinito, que me hace sentir.

Sí, sentir:
ver como las cosas se desforman de manera sensible
[así.como.las.palabras.que.escucho],
percibir esa fuerza que apreta contra el pecho
[más.auténtica.que.la.que.apretaba.desde.dentro]
y gritar lleno de miedoplacer, así, vivo
[vivo.como.sólo.yo.puedo.estar].

7.2.07

El mundo es una nebulosa de subjetividades.

Un caos rojinegro que invita a enredarse.
Un espacio virgen de verdad y bondad.
Un rincón lleno de segundos malgastados.

Una mano abierta te cautiva con su desnudez,
incitando tu animalidad soterrada;
la otra te abofetea por la espalda
cuando tratas de luchar por una verdad.

Claro está,
como todo en la vida,
que un nuevo día llegará


algún día.

6.2.07

Los días mienten.
Quieren aparentar que pasan como micros en la capital,
quieren demostrar uniformidad estática;
juegan a comenzar a la misma hora.
El sueño miente.

Viene corriendo con estruendos inmensos,
está atento, en ayuno, todo el tiempo:

esta dominado por nuestro capricho.
La muerte miente.
No le importa quién o cuántos caen en su lecho,
no se esconde en la madrugada de la oscuridad;
pasa como un papel un lunes en una oficina.

La vida miente.
No es eterna ni única ni grande ni nuestra,
no le sonríe al pobre ni al solitario;
sólo es como una hoja, roja, en otoño.

Todo miente,
¿Porqué no hacerlo la gente?
¿Porqué no ser yo uno de esos?