25.3.08

Un corazón negro,
que todo el día se desvista
con congoja,
en medio del paso de la gente.
Y en esa emoción
suenen las campanas como inyección letal;
la gente huya despavorida:
un león en persecución.

-Y las campanadas laten como negra respiración-

Ya no rojo, no;
porque conocida es la pura sangre,
conocido ya su doloroso sabor.
Ahora a la mezcolanza
de la luz y la sombra
para dar a la vida (¡y darte aún más!)
ese sazón más multicolor.

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